Nunca antes me había dado cuenta de que la vida de Jesús, el Evangelio, comienza y acaba con un anuncio.
Todos tenemos en nuestra memoria grabado ese primer anuncio del ángel a una sencilla muchacha de una aldea perdida en la Galilea profunda (Lc 1, 26-38). En medio de la incertidumbre y sabiendo que después de esa respuesta su vida ya no sería la misma, el 'hágase' de María hace posible que esa Buena Noticia se encarne en la historia.
En la Vigilia Pascual (Mt 28, 1-10), al final de la vida de Jesús, se nos regala un nuevo anuncio y esta vez no a una, sino a varias mujeres. A ellas, parte de la comunidad de Jesús, se les invita a hacer memoria de lo vivido con Él, a volver a pasar por el corazón sus palabras... y a pasar de la tristeza a la alegría, del miedo a la confianza, del desconcierto a la paz... porque Dios ha resucitado a Jesús, porque no se ha ido, sino que sigue presente en nuestra historia y en nuestra vida concreta, la de cada día.
Las mujeres podían haber vuelto asustadas, podían no haber 'dado testimonio' de lo que les había pasado, y eso no hubiera cambiado la realidad del triunfo de la Vida. Pero se dejan tocar por el anuncio, se dejan 'impresionar' y eso les llena de alegría. Las mujeres se convierten, para el resto de la comunidad, en mensajeras de la alegría como el ángel lo ha sido para ellas... a pesar de que nadie les cree...
A Claudina le 'impresionó' y le dejó huella, incluso física, la muerte de sus hermanos. También se dejó impresionar por la Bondad de un Dios presente en la historia y transformándola comprometidamente con paciencia y cariño.
A todos nos está 'impresionando' la realidad que vivimos en este tiempo... y en medio de ella, cuando la mirada descansa desconsoladamente en la enfermedad, en el dolor y la muerte, resuena una vez más el anuncio: Vosotras no temáis. Buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado como había dicho.
En medio de la incertidumbre que vivimos y sabiendo que nuestra vida quizá nunca será la misma, dejémonos 'impresionar' por este anuncio y compartamos la alegría serena y dolorida de quien confía en que Él continua presente en medio de la realidad.
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