Tanto los días anteriores a los votos como ese mismo día, mucha gente me preguntó si estaba nerviosa. La verdad es que no he estado muy nerviosa. De hecho, el día de los votos, más allá de sentirme feliz, tenía una profunda paz y tranquilidad. Un regalo del Espíritu seguro. Y una parte de este regalo es sentirme en casa en esta gran familia que es Jesús-María y tanto amor y cariño recibido.
El día de los votos miraba tantos rostros conocidos que me han apoyado en distintos momentos de mi vida… sobre todo en el tiempo de noviciado. Me sentía tan llena, consciente de tanto crecimiento y descubrimiento, que la única cosa que pudiera hacer era sonreír y disfrutar del momento. Y puedo asegurar que lo disfruté, ¡fue un fiestón de verdad!
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