"Con cuerdas humanas los cuidé, con lazos de amor,
y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas;
me incliné y les di de comer" (Os 11,4)
Al ver el corto ganador de los Goya este año: "Cuerdas", recordé estas palabras del Profeta Oseas que intenta contarnos con torpes palabras su experiencia de Dios. Ese Dios que nos cuida y acompaña a cada paso: con cariño, con ternura, con delicadeza...
Me venía a la memoria y al corazón tantos niños "especiales", diferentes, únicos, geniales... que he tenido la suerte de conocer a lo largo del camino. Un recuerdo desde aqui para los niños y educadores del colegio Jesús-María, Cristo de la Yedra (Granada).
El encuentro con estos niños y sus familias me ayudaron a cambiar, me hicieron más vulnerable, más flexible, más consciente de los pequeños logros, de la diferencia entre cada ser y de la grandeza de cada uno. El trabajo con ellos me abrió a una nueva forma de mirar los éxitos y fracasos, de saborear los detalles y de agradecer cada día.
Estos niños tienen toda la luz, la alegría,
la inocencia y la superación en sus ojos...
Estos niños llevan el corazón en la mano
y te lo entregan desde el primer momento.
Si te acercas estás perdida, ya sólo puedes quererlos...y quererlos como son, muchas veces sin pedir más...eso nos hace pacientes, alegres con lo pequeño, acogedores de la realidad, sencillos en el cada día.
Si te acercas aprendes a celebrar una palabra, una sonrisa, un paso...aprendes a liberarte de las cuerdas del "tendría que", de la homogeneidad aburrida, del silencio hueco, de las costumbres vacías, del sacar beneficio, del buscar respuestas...y empiezas a utilizar las cuerdas del esperar de cada uno el paso que puede dar, del sacar lo mejor de cada situación, de no desanimarte ante los avances lentos...las cuerdas del "tú puedes, yo te ayudo y aprendo de ti". Las cuerdas que nos acercan a la mirada de Dios siempre paciente, siempre alegrándose de nuestros pequeños pasos y sonrisas, siempre a nuestro lado con cuerdas humanas y lazos de amor.
Estos niños nos enseñan a vivir agradecidos: liberando, sanando, creciendo desde la debilidad...haciéndonos más humanos, más tiernos, más de verdad. Relativizando nuestras preocupaciones e invitándonos a vivir de otra manera... estos niños cambian el mundo.
A mi por lo menos me han cambiado.
Gracias a Javi con su abrigo azul y porte de caballero, Dani y su tierna sonrisa, Pablo y sus gritos de guerra, Elenita y sus amores, María del Mar y su curiosidad, Victoria y su alegría desbordante, Victor y su capacidad de superación, Wenceslao y sus ganas de vivir...
Gracias porque me enseñasteis a soñar un poco más, a creer que muchas cosas son posibles si las queremos de corazón, que se pueden crear espacios únicos de superación, que nunca hay que tirar la toalla, siempre hay algo por lo que merece la pena luchar.
Gracias a las familias que lleváis en vuestras muñecas las cuerdas de la lucha y la alegría de la vida regalada, y a los educadores que os dejáis conquistar por esos pequeños "guerreros de la luz".
http://www.youtube.com/watch?v=A6IfiJ6hdsk
y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas;
me incliné y les di de comer" (Os 11,4)
Al ver el corto ganador de los Goya este año: "Cuerdas", recordé estas palabras del Profeta Oseas que intenta contarnos con torpes palabras su experiencia de Dios. Ese Dios que nos cuida y acompaña a cada paso: con cariño, con ternura, con delicadeza...
Me venía a la memoria y al corazón tantos niños "especiales", diferentes, únicos, geniales... que he tenido la suerte de conocer a lo largo del camino. Un recuerdo desde aqui para los niños y educadores del colegio Jesús-María, Cristo de la Yedra (Granada).
El encuentro con estos niños y sus familias me ayudaron a cambiar, me hicieron más vulnerable, más flexible, más consciente de los pequeños logros, de la diferencia entre cada ser y de la grandeza de cada uno. El trabajo con ellos me abrió a una nueva forma de mirar los éxitos y fracasos, de saborear los detalles y de agradecer cada día.
Estos niños tienen toda la luz, la alegría,
la inocencia y la superación en sus ojos...
Estos niños llevan el corazón en la mano
y te lo entregan desde el primer momento.
Si te acercas estás perdida, ya sólo puedes quererlos...y quererlos como son, muchas veces sin pedir más...eso nos hace pacientes, alegres con lo pequeño, acogedores de la realidad, sencillos en el cada día.
Si te acercas aprendes a celebrar una palabra, una sonrisa, un paso...aprendes a liberarte de las cuerdas del "tendría que", de la homogeneidad aburrida, del silencio hueco, de las costumbres vacías, del sacar beneficio, del buscar respuestas...y empiezas a utilizar las cuerdas del esperar de cada uno el paso que puede dar, del sacar lo mejor de cada situación, de no desanimarte ante los avances lentos...las cuerdas del "tú puedes, yo te ayudo y aprendo de ti". Las cuerdas que nos acercan a la mirada de Dios siempre paciente, siempre alegrándose de nuestros pequeños pasos y sonrisas, siempre a nuestro lado con cuerdas humanas y lazos de amor.
Estos niños nos enseñan a vivir agradecidos: liberando, sanando, creciendo desde la debilidad...haciéndonos más humanos, más tiernos, más de verdad. Relativizando nuestras preocupaciones e invitándonos a vivir de otra manera... estos niños cambian el mundo.
A mi por lo menos me han cambiado.
Gracias a Javi con su abrigo azul y porte de caballero, Dani y su tierna sonrisa, Pablo y sus gritos de guerra, Elenita y sus amores, María del Mar y su curiosidad, Victoria y su alegría desbordante, Victor y su capacidad de superación, Wenceslao y sus ganas de vivir...
Gracias porque me enseñasteis a soñar un poco más, a creer que muchas cosas son posibles si las queremos de corazón, que se pueden crear espacios únicos de superación, que nunca hay que tirar la toalla, siempre hay algo por lo que merece la pena luchar.
Gracias a las familias que lleváis en vuestras muñecas las cuerdas de la lucha y la alegría de la vida regalada, y a los educadores que os dejáis conquistar por esos pequeños "guerreros de la luz".
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