‘Yo me encargo’, le repite una y otra vez el Señor a
Laura.
¡Confía!, ¡déjate hacer!,
¡déjame llevar el timón de tu vida mientras remas mar adentro para echar en mi
nombre las redes! Insiste.
Y le suplica… Permítete ser
tú. Arriésgate a desplegar tanto como llevas dentro para sorprenderte como
Pedro una, diez, cien, mil o un millón de veces por lo que la fuerza de mi
palabra y mi vida, por la fuerza que mi amor y mi gracia puede hacer en Ti si
le dejas.
Esto es lo que celebramos hoy: un Dios que ama, que habla, que llama… y una criatura que se pone a la escucha y se decide a apostar por Él. Por eso, iniciar el noviciado es a la vez punto de llegada y punto de partida en el camino del seguimiento de Jesús...
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